Xoel Souto: «El doctorado industrial une el conocimiento académico con el saber más ligado a la experiencia»
Universidad. Empresa. Dos mundos distintos, pero no contrarios. De hecho, cuando las esferas académicas y empresariales colaboran, los resultados pueden ser espectaculares. Tender puentes y estrechar lazos es, por tanto, una cuestión crítica. Y eso es precisamente lo que hace Xoel Souto Guitián.
Graduado en Veterinaria por la Universidade de Santiago de Compostela, actualmente está inmerso en dos retos: su tesis doctoral, que realiza a caballo entre la empresa de acuicultura Insuiña y el Grupo de Anatomía Patológica Veterinaria del Campus Terra, y la residencia en el European College of Aquatic Animal Health (ECAAH).
En sus trabajos de investigación, Xoel Souto estudia de cerca las patologías que pueden afectar al rodaballo durante su crecimiento. Un proyecto muy relevante no solo para optimizar la gestión acuícola o garantizar la seguridad alimentaria, sino también para mejorar el bienestar de esta especie, una de las mayores producciones de Galicia.
Pero el mundo que le rodea y los animales no solo le apasionan a nivel profesional. Cuando encuentra un hueco libre y no se encuentra inmerso en un buen libro, Xoel Souto trata de mantener el contacto con la naturaleza.
Charlamos con él de todo esto y mucho más...
-Actualmente está haciendo el doctorado en Insuiña, una de las empresas del grupo Nueva Pescanova, y en el Grupo de Anatomía Patológica Veterinaria (GAPAVET) de la Universidade de Santiago. ¿Cuáles son las líneas centrales de su investigación?
-Insuiña es la empresa del grupo Nueva Pescanova que se dedica al cultivo del rodaballo. Y GAPAVET tiene una amplia experiencia trabajando con esta especie. La investigación que desarrollo en estas dos familias se centra en la salud y en el bienestar del rodaballo durante su fase de crecimiento en la granja.
-El rodaballo, además, es una especie muy consolidada y uno de los activos más potentes en el mundo de la acuicultura.
-En España, por ejemplo, las especies de acuicultura son básicamente la lubina, la dorada, la corvina, que es más nueva, y el rodaballo. Esta es la tercera especie de pescado marino más producida a nivel nacional. Con la peculiaridad de que todo viene de aquí, pues en Galicia es donde se produce el 100%.
Galicia es una superpotencia a nivel europeo y mundial en la producción de mejillón y rodaballo, son dos de las especies que más destacan.
-¿En qué está centrado actualmente en su trabajo?
-En las patologías que pueden afectar o tienen potencial de afectar a la cadena productiva en esta fase concreta. No es lo mismo los peces pequeños que cuando ya crecen. Las enfermedades son distintas. Nos centramos en la fase de crecimiento y en las patologías más importantes que puede haber o las que tienen potencial para convertirse en un problema.
-¿Y pueden aparecer nuevas patologías con el paso del tiempo?
-Sí, la acuicultura es un mundo donde tienen mucha importancia las enfermedades emergentes y, además, hay enfermedades reemergentes, viejas conocidas, que debemos mantener vigiladas. Como la enteromixosis, una enfermedad muy importante en el pasado que ahora mismo ya no supone un problema.
Siempre hay que ir atajando los problemas más importantes y, cuando los solucionas, intentas solucionar los más pequeños. Es un proceso de mejora continua, pues hay que estar atentos a las enfermedades emergentes y, en el caso del rodaballo, a las que aparecen en otras especies o en otras zonas, porque el mundo es global y, enfermedades de otros lugares pueden acabar llegando aquí.
-¿Qué motiva la aparición de nuevas enfermedades? ¿Cuál es el papel que juegan las causas ambientales?
-En acuicultura, el medio es el agua, lo que hace más complicado el manejo. En el rodaballo una ventaja es que se cultiva en tierra, por lo que el agua puede filtrarse o tratarse, pero otras especies se producen en jaulas en el mar. En una granja de cerdos por ejemplo, montando un vallado del perímetro para las enfermedades es más complicado entrar. Pero en acuicultura el agua puede actuar cómo medio de transporte.
-También es residente del programa del European College of Aquatic Animal Health (ECAAH). ¿Qué le llevó a unirse la este proyecto formativo?
-Yo soy veterinario. Acabamos la carrera con una base sólida de conocimiento en distintas especies. Pero el mundo animal tiene muchas salidas profesionales, y nos obligan a seguir formándonos, actualizando los conocimientos.
Una de las opciones de formación continua es la especialización. Hay varias maneras y distintas entidades para hacerlo. Una son los colleges, colegios europeos cada uno centrado en una rama de especialización: cirugía equina, oftalmología... Hay multitud de colegios donde especializarse.
La formación en estos colegios requiere hands on. Es un trabajo continuo al lado de un experto, alguien diplomado con una especialización reconocida. Y luego hay que presentarse la un examen que evalúa los conocimientos adquiridos.
En Lugo tenemos una particularidad. Hay cuatro diplomados europeos: tres diplomadas y un diplomado. Y todos forman parte de GAPAVET. Mi tesis centrada en la acuicultura y la relación con esta gente, que son expertos de mucha importancia en la acuicultura, hizo sencillo para mí acceder a la residencia.
En el European College of Aquatic Animal Health hay dos opciones de residencia. La más común es hacerlo en programas preestablecidos en clínicas o hospitales veterinarios. En mi caso, en Lugo no había programa de residencia como tal, pero pudimos habilitar un programa de residencia alternativo más centrado en el candidato en concreto. Mi tesis en el rodaballo supone la mayor parte de mi residencia, y se complementa con algo de formación en otras especies, para adquirir los conocimientos necesarios para la diplomatura.
-La acuicultura como actividad industrial está llamada a jugar un papel clave en el futuro por el crecimiento demográfico. Los caladeros tienen un límite y la sobreexplotación de alguno es un hecho. ¿Cómo haremos para articular ese crecimiento de la acuicultura?
-En realidad, el crecimiento ya es un hecho. La acuicultura es una de las ramas de la ganadería con mayor crecimiento. En el último informe de la FAO, en el 2022, la acuicultura y la pesca estaban al 50/50.
En el próximo informe, la producción acuícola probablemente ya estará por encima de la extractiva. Esta también crece, pero la acuícola crece más. Cada vez hay más producción acuícola, también por la entrada de los países asiáticos, que son muy potentes.
Nosotros tenemos que seguir con esta senda de crecimiento, mejorando dentro de lo posible las condiciones de producción de las especies que se cultivan para optimizar al máximo su bienestar y su salud al tiempo que mejoramos el rendimiento productivo.
También es importante la introducción de nuevas especies. Hay multitud de especies que están en proceso de domesticación, como el atún o el pulpo. Una vez se consigue, hay potencial para aumentar mucho la producción acuícola, que ya crece de manera orgánica.
-El el caso del pulpo, ¿podremos verlo en el futuro próximo?
-Claro. El pulpo escapa un poco de mi conocimiento, pero entiendo que sí. Igual que veremos el atún. En estas especies, al final, es cuestión de una mejora técnica. ¿Cuándo se dará? No lo sé. Algunas antes y otras después.
El pulpo ya es posible cultivarlo, ya se conoce su ciclo. El paso en el que se está ahora es conseguir producir la suficiente cantidad para que se convierta en una especia abierta al consumo por parte de la población, como el rodaballo, la dorada o la lubina.
-Ocurre que los retos para llevar a la industria acuícola al siguiente nivel no son menores: impacto ambiental, seguridad alimentaria, armonización regulatoria… ¿Cuáles son, en su opinión, los más relevantes? ¿Y cómo influye la globalización?
-Tenemos nuestra pequeña burbuja europea, y luego está el resto del mundo. Lo estamos viendo en la actualidad con los agricultores. En la acuicultura es similar. La producción acuícola europea es perfectamente segura. Tiene los mismos controles que la producción de especies terrestres, y está fuera de ningún riesgo.
No soy experto en regulación y cómo varía dependiendo del país, pero la solución puede venir de una cierta armonización regulatoria o tratar de fomentar el consumo de proximidad. En España somos una potencia acuícola, es muy sencillo obtener pescado de acuicultura con estándares muy altos tanto sanitarios como de calidad alimentaria.
-En este contexto, la trazabilidad se erige como un aspecto crítico.
-Sí, en la acuicultura como en los animales de tierra hay mucha trazabilidad. Somos capaces de seguir toda la cadena de la vida de nuestros pescados. La estrategia from farm to fork de la Unión Europea implica eso, que podemos controlar todo el proceso, desde la granja hasta la mesa.
-Galicia tiene una larga experiencia en el mundo de la acuicultura desde mediados del siglo XX. ¿Queda aún un camino por recurrir? ¿Dónde se debería poner el foco? ¿Nuevas especies, más instalaciones productivas?
-Por supuesto, siempre hay una margen de crecimiento. Ya no solo a la hora de ampliar las instalaciones, donde importan el impacto ambiental y las regulaciones. También en la producción. Actualmente, siempre se pueden incrementar un poco más la optimización y las condiciones de las granjas. Existe un margen de mejora en todo lo que se hace.
El mejillón, por ejemplo, no es una excepción. A nivel global, prácticamente todo el mejillón del mundo lo produce Galicia. Es un ejemplo muy claro de lo que podemos lograr. Pero siempre es posible seguir optimizando y mejorando los procesos.
-¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Siempre tuvo clara su vocación o fue descubriendo poco a poco su pasión por los pescados y la investigación?
-Yo entré en la carrera y no tenía muy claro lo que quería hacer. Sabía que quería ser veterinario, pero no me veía trabajando con perros y gatos. Cuando llegué al fin de la carrera, en quinto, aun no tenía idea.
En el TFG tuve de directora a Maribel Quiroga, una de las diplomadas europeas del ECAAH e investigadora en el grupo GAPAVET. Ella me introdujo en este mundo. Llegué un poco de casualidad, pero ahora mismo ya soy un apasionado.
-Su modalidad de tesis no es frecuente. Muchas tesis se limitan a la investigación pura en el seno de la universidad, pero usted apostó por un tipo de tesis doctoral de carácter más industrial, de pura transferencia. Por que tomó esta decisión?
-La idea que tenemos normalmente de la investigación y de las tesis es la de unos científicos con batas blancas en un laboratorio. Pero es una idea equivocada, hay muchos conocimientos generados en la investigación básica que se trasladan al mundo real con aplicaciones prácticas. Pero a veces puede existir un pequeño escalón en esa traslación de los conocimientos generados en la universidad a la sociedad.
El doctorado industrial me permite tratar con gente de ambos mundos, combinando la generación de conocimiento en la universidad con mantener el foco en llegar a aplicar a la realidad estos conocimientos.
En Insuiña y en general en el mundo industrial existe un conocimiento más práctico, no tan académico o teórico, que es generado por la experiencia y el hands on.
La tesis industrial une el conocimiento teórico de la universidad con el conocimiento ligado a la experiencia de los acuicultores que llevan toda una vida en el sector. Yo estoy encantado, es una de las mejores opciones, aunque un poco desconocida. Mi beca es de una convocatoria específica de doctorado industrial de la Xunta de Galicia, y fue la primera. Antes de 2021, no existía esta opción. Y es muy importante, porque permite conectar más fácilmente la universidad con la sociedad.
-Esta fue siempre una reivindicación histórica desde ambos lados, facilitar la conexión entre el conocimiento teórico y el mundo empresarial para agilizar la transferencia. Y cuando los conectas nacen proyectos de enorme valor, tanto para el ámbito social cómo para el académico.
-Sí, que aquí seamos capaces de mejorar las condiciones de cultivo tiene un impacto directo muy grande en la sociedad en general.
-Y la última, ¿cuándo finalice el doctorado cuáles son sus planes?
-Es la pregunta más difícil. Hasta ahora siempre estuve en el momento, sin demasiados planes a futuro. La ventaja del doctorado industrial es que veo los de los mundos: lo de la academia y el industrial. Y los dos me parecen salidas muy buenas. De momento no estoy seguro.
Sé que voy a seguir en el mundo de los pescados y que voy a seguir formándome de manera continua. Dentro de eso, estoy abierto a cualquiera de las dos opciones.