Alba Díaz Geada: «Es preciso conocer la historia de nuestro mundo rural para abordar los problemas presentes de nuestra sociedad»
La historia es, en el fondo, un cruce de caminos. Un universo de universos salpicado de enseñanzas y elecciones. Ocurre que penetrar y profundizar en todo ese conocimiento nos muestra lo que somos. Nuestros aciertos y nuestros errores. También, por tanto, lo que podemos ser.
Conversar con Alba Díaz Geada es una suerte de regalo para entender ese viaje. Todo ese proceso. Su currículo impresiona. Doctora en Historia y Premio Nacional a la Excelencia en el Rendimiento Académico en el 2008, actualmente es investigadora Ramón y Cajal en el Departamento de Historia del Campus Terra de la Universidade de Santiago de Compostela.
Su trabajo docente e investigador se centra hoy en comprender la profunda transformación que experimentó una comunidad como Galicia a lo largo del último siglo, muy especialmente en entornos rurales. Entender el cambio, sus consecuencias, es una lección que no debe caer en el olvido.
Charlar de todo eso con Alba dando un paseo al lado del Miño, una de sus pasiones, sería un regalo para cualquiera. Seguramente la mejor forma de empezar el año...
-Se licenció en Historia por la Universidade de Santiago de Compostela en el 2008 y logró obtener el Primer Premio Nacional a la Excelencia en el Rendimiento Académico. ¿Cómo nació su vocación por la historia?
-En su momento valoré distintas posibilidades. Muchas de las posibilidades que existían para estudiar, sobre todo en el campo de las Artes y de las Humanidades, me parecían buenas elecciones posibles. Una de las cosas que la Historia enseña, justamente, es que nunca hay un único camino, ni está escrito de antemano, aunque muchas veces se olviden o intenten borrar los caminos que no fueron y pudieron ser.
-En su tesis doctoral se centró en los cambios económicos, sociales y culturales sufridos por el rural gallego durante el franquismo y la transición. A grandes rasgos, ¿Cuáles fueron las principales transformaciones y como influyeron en el mundo que conocemos hoy en día?
-No resulta sencillo sintetizar las transformaciones que se dieron en la sociedad rural gallega, como en otras muchas sociedades campesinas, de esas décadas. Su calado fue tan hondo que en aquel presente se estudiaba “la muerte del campesinado”. Debajo de esa sentida como extinción civilizatoria, operaba la intensificación de las relaciones de producción capitalistas en el seno de las comunidades rurales, con todo lo que eso implica. Ese avance se concretó de formas distintas en cada formación social.
En la gallega, supuso toda una serie de cambios interrelacionados, caso de la transformación y creciente dependencia del modelo productivo, la expulsión de buena parte de la población que trabajaba en la tierra, así como importantes cambios de carácter social y cultural.
Desde luego, se trató de una transformación que condiciona definitivamente nuestro presente. Por eso resulta crucial estudiarla; para caracterizar los problemas actuales y pensar propuestas para abordarlos desde un necesario conocimiento histórico de los mismos.
-Su trayectoria académica e investigadora es muy destacable: realizó estancias en centros de prestigio como las universidades de Exeter, Lyon o Yale. ¿Qué le impulsó a aventurarse en el extranjero? ¿Y por qué decidió regresar a sus orígenes?
-En la Universidad de Exeter estuve realizando una estadía predoctoral durante el tiempo en que estaba investigando para la tesis de doctorado. En el caso de las universidades de Lyon y de Yale, se trató de una estadía posdoctoral que pude realizar gracias a una ayuda del Gobierno gallego de tres años de duración, de los que los dos primeros debían realizarse fuera del país, y el tercero de vuelta en Galicia. Creo que la mayoría de los trabajadores y trabajadoras del país, cuando tenemos la posibilidad, escogemos quedarnos aquí.
-¿Qué aprendió durante su experiencia internacional? ¿Cuáles considera que son los puntos fuertes y, a la vez, las tareas pendientes del panorama investigador español con respecto al de los países en los que estuvo?
-Cada uno de los distintos sistemas universitarios que conocí tenía características particulares y diferentes entre sí. Así y todo, lo que resulta muy claro es la necesidad de cuidar, promover y proteger la universidad pública.
La formación reglada, en cualquiera de sus fases, debe ser un derecho y un deber de todos, y no el privilegio de unos pocos. La privatización de la universidad implica, entre otras cosas, que solo unos pocos puedan acceder y, de esos pocos, los más deban hipotecar su vida para recibir esa formación. Una universidad de unos pocos solo defenderá, consecuentemente, los intereses de sus dueños.
-A día de hoy, combina docencia e investigación en el Campus Terra con un contrato Ramón y Cajal. ¿Qué supuso para usted conseguir un contrato que distingue a los mejores talentos del sistema investigador en el exterior?
-Las personas que trabajamos en la docencia y en la investigación participamos a lo largo de nuestra trayectoria de múltiples convocatorias de ayudas y concursos de plazas para poder seguir desarrollando este trabajo.
Es importante que se sostenga y mantenga un sistema público de contratación, que permita que se lleve adelante docencia e investigación al servicio de quien lo sostiene. En ese sentido, tener la posibilidad de desarrollar cualquier trabajo de carácter público debe ser también un ejercicio de responsabilidad.
-Su investigación actual se centra en la comunidad, el conflicto y el cambio social de la Galicia rural del siglo XX. ¿A qué conclusiones llegó o qué avances hizo hasta ahora?
-Como comentábamos en una pregunta anterior, la transformación que vivieron muchas sociedades campesinas contemporáneas fue un proceso histórico complejo y de hondo calado. La investigación que llevamos adelante actualmente intenta continuar en su estudio a partir de tres ejes relacionados entre sí: el común, las desigualdades y las revueltas, en el rural gallego del siglo XX.
Creemos necesario actualizar el debate sobre la noción de comunidad y reconstruir su historia, para conocer sus formas de organización económica, cultural y política y la manera como interactuaron comunidades históricas concretas con distintos proyectos modernizadores. También, indagar en las luchas colectivas que se articularon para hacer frente a las consecuencias de aquella profundización de las relaciones sociales capitalistas que mencionábamos anteriormente. Y, en estrecha interrelación, estudiar las distintas desigualdades que atravesaron aquellas comunidades rurales en proceso de cambio.
Desde la Facultad de Humanidades organizamos seminarios regulares abiertos para compartir los avances investigadores que vamos realizando. En esa misma Facultad de Humanidades, y en el marco del Campus Terra, se están formando investigadoras e investigadores noveles que están realizando contribuciones significativas en esta línea de trabajo sobre la historia de nuestro mundo rural.
Tanto es así que varias investigadoras e investigadores se incorporaron a esta línea de trabajo alcanzando bolsas predoctorales para desarrollar su tesis de doctorado, en el marco de este eje sobre el estudio de la historia del mundo rural. Además, investigadoras jóvenes se han iniciado en esta línea de trabajo gracias a las bolsas de iniciación a la investigación del Campus Terra.
-También realizó una memoria de investigación sobre el sindicalismo en el rural gallego durante el tardofranquismo y la transición. ¿Cuál fue su verdadera importancia?
-Las organizaciones del sindicalismo campesino en el rural gallego, particularmente las vinculadas al nacionalismo de izquierdas, desempeñaron un papel importante en la movilización colectiva de los últimos tiempos de la dictadura y en los años de cambio de régimen político. Colaboraron muy activamente con muchas luchas campesinas contra la explotación.
Hubo movilizaciones contra el establecimiento de industrias contaminantes, la expropiación de recursos, la contaminación industrial o las cargas fiscales injustas, solo por recordar algunas. Durante aquella etapa, esas luchas concretas eran también solidarias. No se trataba de luchar contra una injusticia sufrida por los vecinos y vecinas de una parroquia concreta, sino de luchar por una transformación social y política del conjunto del país, para construir una sociedad realmente igualitaria y democrática.
-En Galicia se suele decir que quien manda en las casas son, y siempre fueron, ellas. ¿Qué papel jugó la figura de la mujer?
-Esta es una pregunta de la que, como también ocurre con las anteriores, se ha ocupado tanto la historiografía como el conjunto de las ciencias sociales en Galicia. La respuesta no es fácil ni corta, pero es evidente que las mujeres tuvieron un papel muy activo en las luchas que acabamos de mencionar.
Tampoco parece haber dudas, por otro lado, de la vigencia histórica de un sistema de opresión patriarcal del que cabría continuar estudiando, justamente, cómo se fue readecuando a ese proceso de intensificación de las relaciones sociales capitalistas que sucedió a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.
-Observar el pasado resulta clave para entender mejor el futuro. ¿Cómo ve precisamente el futuro del rural gallego que, ahora mismo, se enfrenta cara a cara con el problema de la despoblación?
-Pensar históricamente resulta crucial para entender nuestro presente. De todo ello estamos conversando desde el Campus Terra, que nace justamente para avanzar en el conocimiento de los ámbitos vinculados a la sostenibilidad económica, social y medioambiental del uso de la tierra.
Ser conscientes de la historia que vincula a las personas con su medio es crítico para poder comprender las posibilidades y los problemas de un mundo rural que enfrenta las consecuencias de procesos históricos previos.
Los objetivos del Campus Terra y del trabajo que se desarrolla en sus facultades y distintos campos de conocimiento, está alineado con las preocupaciones que comparten instituciones públicas de carácter nacional e internacional, que intentan promover políticas públicas para abordar cuestiones como la mencionada de la despoblación.
Esa y otras preocupaciones actuales son el resultado de un proceso histórico de largo recorrido. Por eso es preciso conocer la historia de nuestro mundo rural, para poder abordar los problemas presentes de nuestra sociedad, que resulta de la desarticulación, resistida, de aquellas comunidades pasadas.