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Pablo Souza: «Un sector agroforestal saludable debería basarse en la diversificación y el cuidado de nuestros suelos»

Pablo Souza es miembro de la Unidad de Gestión Ambiental y Forestal Sostenible
Pablo Souza es miembro de la Unidad de Gestión Ambiental y Forestal Sostenible
Doctor en Ecofisiología vegetal e investigador posdoctoral en el Campus Terra, Pablo Souza reflexiona sobre el concepto de sostenibilidad y la importancia de tener suelos saludables

Aprender de la naturaleza es siempre una necesidad. El equilibrio que alcanzan los ecosistemas es, cuando menos, un ejemplo muy ilustrativo de esto, ya que nos ayuda a diseñar estrategias económicas, sociales y medioambientales adaptadas a cada situación, momento y lugar. Y no hay mejor forma de entender esta realidad que tomando nota de lo que Pablo Souza Alonso nos puede contar al respeto.

Actualmente, Pablo Souza es investigador contratado posdoctoral en el Campus Terra, docente en la Escuela Politécnica Superior de Ingeniería (EPS) y miembro de la Unidad de Gestión Ambiental y Forestal Sostenible (UXAFORES). Su compromiso, dedicación y bagaje internacional avalan una trayectoria que pivota alrededor de conceptos como la salud de los suelos, la restauración de ecosistemas, la diversificación o la sostenibilidad, acompañados de un profundo interés por la formación.

Hoy en día, es crítico comprender que todas y cada una de las piezas del rompecabezas medioambiental juegan un papel indispensable, y que las relaciones “simbióticas” entre unas y otras permiten tejer una red de beneficio mutuo. Sin embargo, a veces hace falta poner el foco en aquellos elementos que suelen ser olvidados, como es el caso del suelo.

La tierra es un elemento base, donde podemos encontrar gran parte de las soluciones que buscamos. Su importancia dentro de la cadena alimentaria es crucial, así como su valor como motor de una economía circular que realice un aprovechamiento real de los recursos. Su recuperación tras un incendio, la conservación de su calidad o su valor como sumidero de carbono en la lucha frente al cambio climático son tareas esenciales para avanzar hacia un horizonte más sostenible.

Con él hablamos de esto, y de mucho más, en la entrevista de hoy.

-Se licenció en Biología por la Universidade de Vigo y, en el año 2015, se convirtió en doctor en Ecofisiología Vegetal. ¿Qué le motivó a especializarse en este campo?

-Creo que el campo me escogió. Siempre me pareció fascinante el triángulo (as veces amoroso, otras no tanto) que se establece entre las plantas, los microorganismos y el suelo, pero si tengo que ser sincero, fue la confianza que dos profesores de la Uvigo (Eva Pazos y Luís González, que acabó siendo mi director de tesis) me mostraron en una asignatura cuando estaba a punto de finalizar mi carrera.

Me dijeron que podría servir para esto de la investigación, cosa que yo no había pensado antes, y me animaron a continuar. Quince años después, aquí estamos.

-Estuvo una temporada en la India, donde participó en un proyecto de la Universidad de Babasaheb Bhimrao Ambedkar para mitigar los impactos de los contaminantes en los suelos urbanos. ¿Cómo pueden influir estos contaminantes en el crecimiento de las plantas?

-Los efectos son múltiples, tanto a nivel fisiológico como de producción, pero la idea en este proyecto era, más que identificar los problemas que producen (que están bien estudiados), intentar reducir su introducción en la cadena alimentaria.

Dentro de una estrategia circular, la idea consistía en eliminar una especie invasora muy abundante a nivel local, utilizar sus restos para crear un residuo (biochar) que se puede aplicar en el campo y que tiene la capacidad de inmovilizar elementos tóxicos, y después testamentar el potencial de esta investigación para disminuir la cantidad de tóxicos libres que pueden absorber las plantas en los suelos agrícolas urbanos. 

Con unos niveles de polución altísimos en agua, aire y suelo, lo verdaderamente importante para ese proyecto era intentar limitar la incorporación a la cadena alimentaria. Esto es especialmente problemático en la agricultura urbana de muchas ciudades de la India (y de otros muchos lugares), concebida en muchas casos casi en términos de subsistencia.

-Poco después se trasladó a Coímbra, donde se centró en reducir los efectos del estrés ambiental en especies de interés agronómico mediante el empleo de biofertilizantes microbianos. ¿Cuál es el verdadero potencial de estos productos? ¿Se va a incrementar su uso en el futuro?

-El potencial es alto pero es difícil ver hacia dónde vamos. Existe una demanda creciente en diferentes mercados, pero al final su uso va a estar condicionado por el precio y la percepción del consumidor.
Es cierto que la aplicación de productos que favorezcan el establecimiento de relaciones positivas planta-microorganismo-suelo estarían en línea con las iniciativas europeas de reducción de fertilizantes, pero estamos en un momento donde ciertas políticas que afectan al sector agronómico no acaban de establecerse.

Este tipo de productos intentan simular relaciones beneficiosas para las plantas, relaciones que ya existen de forma natural. El problema es que si tenemos suelos degradados, en ocasiones tenemos que producirlos o favorecerlos artificialmente. Pienso que estos productos tienen potencial y diferentes mercados donde van a funcionar, especialmente enfocados a la producción intensiva, pero sinceramente espero que el futuro nos lleve por otro camino.

En lugar de aplicar recetas, creo que debemos poner énfasis en conocer mejor,  preservar y recuperar este tipo de relaciones mutuas y eso pasa por tener siempre presente el concepto de salud de nuestros suelos.

-Lleva más de cuatro años como investigador postdoctoral en el Campus Terra. ¿En qué líneas de investigación está enfocado en la actualidad?

-Fundamentalmente, en el estudio de la calidad de la materia orgánica, componente clave para comprender la salud del suelo. Para entendernos, la materia orgánica podría ser un poco como el cemento que aporta estructura y, al mismo tiempo, la despensa de nutrientes del suelo.
El problema es que a pesar de ser fundamental, también es muy frágil.

Nuestro trabajo estaría enfocado en comprender diferentes situaciones, principalmente los impactos de los incendios forestales y los suelos degradados por la actividad humana, y cómo determinadas prácticas pueden ayudar al manto o recuperarlo para mantener la salud edáfica.

Actualmente tenemos varios proyectos en marcha relacionados con la salud de nuestros suelos después de los incendios, también con la utilización de subproductos del sector agroalimentario para mejorar suelos degradados por agricultura intensiva. Estos subproductos, una vez transformados, pueden mejorar los suelos y al mismo tiempo darle un mayor valor a la cadena de transformación, lo que encajaría en una estrategia de economía circular.

Otro aspecto en el que estoy muy interesado desde hace años, y al que le dedico bastante tiempo, es la parte educativa. Para esto, participo en proyectos de aprendizaje-servicio para intentar reducir la problemática de los incendios forestales en nuestro entorno. Estos proyectos se hacen en colaboración con compañer@s de diferentes facultades y muy apoyados por las compañeras de Ciencias de la Educación (verdaderas pioneras en el desarrollo de estas iniciativas).

-Los incendios son, sin duda, uno de los fenómenos que más daño producen en el suelo y en la vegetación. ¿Qué estrategias podrían favorecer o acelerar la recuperación de los espacios tras el fuego?

-Existen múltiples iniciativas y tipos de intervención, más simples o de mayor sofisticación para favorecer la recuperación de un sistema. Casi siempre va a depender de qué presupuesto tienes entre manos.
Sin embargo, una pregunta complementaria pero muy interesante que pienso que tenemos que hacernos al mismo tiempo del ¿qué hacer? es ¿cuándo hacer? La primera impresión después de un fuego puede ser de emergencia, de tener que actuar rápidamente, pero no debemos olvidar que los sistemas son resistentes y tienen capacidad de recuperación por sí mismos.

Conocer el grado de severidad (y para esto nos sirve también estudiar la materia orgánica del suelo) puede ayudarnos a decidir si es necesario actuar o no. Toda vez que la parte económica siempre va a ser un factor limitante en nuestra capacidad de intervenir en espacios degradados, conociendo la severidad (y por lo tanto la afectación) podemos colocar los esfuerzos allí donde sean más necesarios.

Después estaría el tema de que los incendios son multifactoriales y hay que entender que tal y como hemos dispuesto el paisaje, la cosa no va a ir a menos. Pero esto sería abrir otro melón.

La ecofisiología intenta comprender la relación entre el funcionamiento de una planta y su enorno
La ecofisiología intenta comprender la relación entre el funcionamiento de una planta y su enorno

-La agricultura intensiva también deja una fuerte huella en el suelo. ¿Qué relación existe entre la ecofisiología vegetal y cuestiones como la agricultura sostenible o la seguridad alimentaria?

-Bueno, esta es una pregunta que daría para mucho y que puede abordarse desde muchos puntos de vista. Para mí, el concepto clave aquí, como en casi todo, es el concepto de sostenibilidad.

La ecofisiología intenta comprender la relación entre el funcionamiento de una planta y su entorno. El entorno en un sistema de producción intensivo depende fundamentalmente de la intervención humana y tiende a consumir mayor cantidad de recursos en pos de una producción mejorada. ¿Es inseguro desde un punto de vista alimentario? No necesariamente. El problema es la visión de conjunto.

En muchos casos, esa agricultura intensiva depende de una mezcla de insumos externos, variedades o cultivos muy adaptados a unas condiciones específicas, elevado grado de mecanización... ¿Qué pasa cuando cambias una pieza en ese sistema? Pues que el sistema puede venirse abajo.

Un buen ejemplo podría ser la subida de precios de los combustibles o la de los fertilizantes tras la invasión rusa de Ucrania. Una agricultura sostenible debería pasar necesariamente por una diversificación.

Por otra parte, pienso que no podemos ver una seguridad alimentaria aislada del entorno. Parece difícil tener seguridad alimentaria si no tenemos mejoras en las condiciones de producción, consumo de productos de ciclo más corto y en resumen una mejora en las condiciones socioeconómicas que rodean al conjunto de la producción agraria.

Además, después estaría la confusión de términos para el consumidor, ya que producto sostenible o ecológico son etiquetas que pueden confundir ¿Puede ser “ecológico” o “sostenible” consumir habitualmente en Galicia un producto manufacturado a miles de kilómetros de distancia? 

-¿Cómo influyen el cambio climático y los factores ambientales en la ecofisiología vegetal?

-A muchos niveles. Es importante comprender que los organismos funcionan bien en un rango de temperaturas. Si a mí me pones a trabajar a 10 grados sin calefacción, pues no voy a morir pero tengo que gastar energía para no enfriarme y, por lo tanto, no voy a poder trabajar como es debido.

Algo similar puede acontecer con un cultivo. Si tienes una planta que funciona bien en unas condiciones concretas, y vas cambiando progresivamente esas condiciones (temperatura, agua, luz), parece lógico pensar que esa planta no va a funcionar de la misma manera. Si tiene que gastar más energía para captar agua (o no perderla) o para resistir una helada, su producción lógicamente se va a ver afectada.

No debemos olvidar tampoco que el cambio en las condiciones ambientales también puede favorecer la entrada de patógenos y plagas que antes estaban más limitadas (tanto por el clima como por el movimiento humano), cosa que vemos cada día con mayor frecuencia. En este sentido, volvería a pensar en sostenibilidad y diversificación. ¿Dónde será más fácil que avance rápidamente una plaga? ¿En un cultivo diverso con variedad genética o entre un conjunto de clones?

-¿Cuáles son las técnicas más empleadas para estudiar la degradación o la recuperación de los suelos?

-El suelo es una matriz tremendamente compleja y maravillosa. Tarda cientos de años en formarse centímetro a centímetro pero queremos recuperarla de inmediato. Existen muchas técnicas disponibles para recuperarlo, por supuesto, podemos hasta crear suelo nuevo a día de hoy.

Pero quizás, más interesante que enumerar las técnicas puede ser conocer los diferentes puntos de vista que podemos usar para estudiar su degradación/recuperación, ya que existen múltiples ángulos: podemos estudiar aspectos físicos como su textura o estructura y así comprender su capacidad para retener agua, tener una correcta aireación y que las raíces puedan expandirse; podemos estudiar la composición química y su materia orgánica y comprender la capacidad para funcionar como alcantarillas de carbono, retener y aportar nutrientes para el crecimiento de las plantas y soportar vida; podemos estudiar las comunidades microbianas para conocer la capacidad de fijar nitrógeno, captar fósforo o descomponer la materia orgánica... Podemos estudiar las plantas que crecen en él y a partir de ellas conocer cómo va la recuperación.

Pero lo más bonito de todo esto es que todos estos puntos de vista están relacionados entre sí, se complementan y sirven para entender el proceso en su conjunto.

-¿Qué consejo le daría a una persona que ha tenido interés en desarrollar su carrera en este ámbito? ¿Qué perfiles profesionales van a ser necesarios en los próximos años?

-Bueno, no tengo una bola de cristal, pero sí puedo hacer un ejercicio de lo que me gustaría, al menos desde un punto de vista de nuestra comunidad (que además es muy exportable). Primero, debemos comprender que todo esto, especialmente en el caso de Galicia, tiene un contexto, y este es un contexto de despoblación y envejecimiento de nuestra población.

Gestionar una geografía rural en retroceso demográfico es un desafío (basta con ver el caso de los incendios). Sin embargo, siendo optimista y teniendo en cuenta el escenario para el sur de Europa, creo que en el norte de la península y especialmente en Galicia se pueden hacer cosas interesantes.

Siendo una potencia en producción agroforestal, lo primero que debemos hacer es fomentar el interés en estudiar carreras de este ramo, insistiendo en que son atractivas, tienen arraigo y crean riqueza en el territorio y además también pleno empleo. Pero ojo, también somos responsables de mejorar la inversión en captación, formación y capacitación, para así mantener el tirón entre la gente más joven.

Colocar más los esfuerzos en hacer una transformación agroforestal, apostando por la diversificación, la tecnificación y la mejora en la cadena de valor del producto (aspecto en el que el Campus Terra está trabajando bien). La mejora de la conectividad del territorio y la puesta en valor de la calidad del producto alimentario. Abordar los problemas desde un punto de vista multidisciplinar siempre es un buen consejo y tener el suelo muy presente ya que es un elemento base donde residen gran parte de las necesidades, pero también soluciones a múltiples problemas ambientales. Dentro de esta multidisciplinaridade, los aspectos económicos son también fundamentales.

Aspectos como la modelización, la utilización de sensores remotos, o SIG para una mejor comprensión del territorio y toma de decisiones ya están siendo fundamentales. En una línea similar, ser capaces de trabajar con grandes bases de datos e integrar la información que llevamos generando en los últimos años. Aspectos relacionados con la adaptación al cambio climático; profesionales que sepan, por ejemplo, integrar datos ambientales y socioeconómicos para mejorar la predicción de situaciones y aumentar la resiliencia de los pequeños productores.

Tenemos una ley de restauración europea. Puede ser que no tengamos claro cuáles son los mejores criterios a la hora de restaurar, pero es bien cierto también que nos faltan perfiles con una mayor capacidad de comprender y restaurar espacios degradados.

Por último, a nivel de consejo de vida, bajar marchas (que vamos muy acelerados) e invertir tiempo en leer y escuchar. Sin entrar en las mejoras a nivel de desarrollo personal, vivir fuera es una forma estupenda para valorar y querer lo nuestro, pero también para poner en perspectiva aspectos que pueden mejorarse.

Los contenidos de esta página se actualizaron el 23.05.2024.